La ayuda soviética a la República española (segunda parte)
Lo que se escribió entonces.
Gracias a este material bélico enviado por la URSS, la República pudo evitar lo que, desde el comienzo, parecía inevitable: la caída de Madrid en noviembre de 1936 en manos de los fascistas.
Pero la URSS no puede aparecer en los libros de historia de la burguesía como un baluarte de la democracia, así que luego, todo eso que entonces era tan evidente, ha tenido que ser torpemente reescrito porque para la historia burguesa no vale lo que entonces se dijo sino lo que se dice hoy.
Al llegar la primera ayuda el 28 de octubre de 1936, el presidente del Gobierno y ministro de la Guerra,Largo Caballero, dijo públicamente:
Ya tenemos en nuestras manos un formidable armamento mecanizado: tanques, una aviación poderosa... ¡La victoria es nuestra!
Al cumplirse el primer año de guerra, escribía el Presidente Juan Negrín:
A la URSS y a sus grandes gobernantes deberá España, y con España el mundo entero, peregnne gratitud.
Aquel mismo año, el Presidente de las Cortes, Diego Martínez Barrio manifestó:
Sin la ayuda de la Unión Soviética nuestra República hace tiempo que hubiera dejado de existir.
Pero, ¿por qué tenía que ayudar la URSS a un Estado, como el español, que no se había dignado a reconocerle casi 20 años después de la Revolución de Octubre?
Si no pensamos en esto por un momento no nos daremos cuenta de que la URSS no ayudaba a la República sino a la clase obrera y al pueblo oprimido español.
Que eran consideraciones de clase y no otras (diplomáticas) las que hicieron que los soviéticos se movilizaran.
Aquellas armas no llegaron de un Estado a otro Estado sino que fue el cumplimiento de un deber internacionalista de una parte de la clase obrera hacia otra parte.
Stalin dirigió entonces un telegrama al Partido Comunista de España en el que decía:
Los trabajadores de la Unión Soviética, al ayudar en lo posible a las masas revolucionarias de España no hacen más que cumplir con su deber. Se dan cuenta de que liberar a España de la opresión de los reaccionarios fascistas no es asunto privado de los españoles, sino la causa común de toda la humanidad avanzada y progresiva.
Otra carta de Stalin, junto con Molotov y Voroshilov, enviada el 21 de diciembre de 1936 a Largo Caballero exponía:
Consideramos que es nuestro deber, dentro de nuestras posibilidades, ayudar al gobierno español, que dirige la lucha de todos los trabajadores, de toda la democracia española, contra la camarilla militar y fascista, que no es otra cosa que un instrumento de las fuerzas fascistas internacionales.
También Mao Zedong escribió entonces:
La causa por la que ustedes luchan, es también nuestra causa.
Eso es lo que dijeron los comunistas de todo el mundo entonces. Esas afirmaciones no tienen contraste posible con las que pronunciaron los demócratas burgueses del mundo libre, que traicionaron la causa antifascista de una forma realmente vergonzosa.
El valor de cambio.
Cuando los hechos no se pueden tapar hay que inventar un pero: la ayuda no fue gratuita ni desinteresada sino que la URSS se la cobró a precio de oro (el oro de Moscú). Incluso Abad de Santillán llegó a calificar la ayuda de usuraria y hay historiadores que han hecho lo siguiente: han calculado el precio unitario de cada pistola, cada fusil, cada tanque y cada arma y luego la comparan con los precios vigentes de mercado para asegurarnos que nos cobraron de más en la factura.
Pero si, como hemos dicho, la ayuda era ilegal, eso significa que el armamento se tuvo que comprar en el mercado negro, donde los precios son, como es bien sabido, muchísimo más elevados.
Todas las armas compradas por la República (las que no llegaron de la URSS) fueron pagadas a precios exhorbitantes, y se sabe que eso generó corrupción y que muchas sanguijuelas republicanas sin escrúpulos se forraron con el tráfico clandestino de armas.
El historiador Gerald Howson cuenta que el intermediario polaco que negociaba la compra de armas para la República llegó a decir lo siguiente: Vendiendo chatarra a los republicanos españoles a precios astronómicos conseguimos restablecer la solvencia de la banca polaca (Armas para España, pg. 164).
No fue ese el caso de la URSS, que se volcó con España de manera absolutamente desinteresada y a costa de un sacrificio enorme para el proletariado y el pueblo soviético. Por muchos motivos, de los que vamos a exponer algunos.
En primer lugar, la URSS estaba entonces en su II Plan Quinquenal y los bolcheviques tuvieron que pedir a los obreros de las fábricas de armamento un esfuerzo suplementario, uno más, cuando en su propio país faltaba aún de todo y cuando los ritmos de trabajo para cumplir el Plan no eran duros: eran durísimos.
En segundo lugar, la URSS tuvo que pasar de manera acelerada de un comercio de nivel cero con España a un comercio exterior que le suponía constituirse en el segundo país por el volumen de transacciones exteriores. En muy pocas semanas España y la URSS pasaron del cero al infinito.
Entre octubre de 1936 y marzo de 1937 llegaban a España cada mes entre 30 y 40 barcos cargados desde Odesa. En la URSS se creó un Comité de Ayuda al Pueblo Español y en las bodegas de aquellos barcos no sólo había armamento; también había alimentos, medicinas, ropa: todo aquello de lo que los obreros soviéticos, que no les sobraba nada, se podían desprender para los obreros y campesinos españoles. ¿Cuánto costaba todo esto? ¿Lo tienen contabilizado? ¿Cuál es su precio de mercado?
El único país interesado era España y no la URSS. Fue España quien acudió a la URSS en petición de ayuda, y no al revés. Además, la República no se dirigió a la URSS hasta que no comprobó que ningún otro país le iba a ayudar.
Durante dos meses estuvieron mendigando armas por todas las cancillerías occidentales inútilmente. Entre el 12 de diciembre de 1936 y el 30 de enero de 1937, los ministros de la República hicieron llegar a Moscú 26 cartas pidiendo con urgencia armamento para el Ejército. Por tanto, ¿a quien interesaba?
Hasta entonces la URSS se había apañado muy bien sin España: cuando la URSS estuvo en guerra, España no envió ni un calcetín.
En tercer lugar, organizar toda esa gigantesca red de transporte dentro de la URSS hacia Odesa y desde ahí hasta el Levante español, corrió a cargo de la URSS, no de España. La República no era capaz de organizarla en unos cuantos días.
La travesía del Mediterráneo de este a oeste, con el cruce del estrecho de Bósforo, tardaba nueve días de peligrosa navegación. Estambul era un nido del espionaj italiano, que detectaba el paso de los convoyes soviéticos que luego eran atacados por los submarinos italianos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario