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La lucha de clases en China
Análisis marxista-leninista de Mao Zedong, por W. B. Bland.
Traducción al castellano sobre la versión revisada de Londres, 1977.
(el archivo pdf del original en inglés se puede pedir a nuestro correo)
INTRODUCCIÓN: EL PROCESO REVOLUCIONARIO EN LOS PAÍSES DE TIPO COLONIAL
El
objetivo de los marxistas-leninistas es liderar a la clase obrera en
cada país para llevar a cabo revoluciones socialistas que
establecerán sociedades socialistas, finalmente comunistas.
El
proceso revolucionario diferirá algo en los diferentes países de
acuerdo a las condiciones específicas que existan:
“
Las
peculiaridades nacionales y las características específicamente
nacionales en cada país particular deben ser tenidas en cuenta
indefectiblemente…cuando se elaboren directrices que guíen al
movimiento de la clase obrera del país en cuestión.”
(José
V. Stalin: ‘Notas
sobre temas de actualidad’
(Julio de 1927), en ‘Obras’,
volumen 9; Moscú; 1954; p.337)
En
consecuencia, el proceso revolucionario en los países capitalistas
desarrollados diferirá del de los países de tipo colonial, esto es,
países relativamente subdesarrollados que son dominados por una u
otra Gran Potencia, que normalmente son hoy países imperialistas
(i.e., capitalistas
monopolistas).
Una
revolución en un país de tipo colonial que ocasione una lucha de
liberación nacional de ese país se denomina revolución
nacional-democrática. Una revolución en cualquier país que
ocasione la toma del poder por parte de la clase obrera se denomina
revolución socialista.
El
papel de la burguesía nacional
Un
aspecto clave de la estructura de clases de un país de tipo colonial
es que la clase capitalista nativa – siempre que esta exista- está
formada por dos partes:
Primera,
la clase capitalista compradora o la burguesía compradora, que
tiene fuertes vínculos con la clase terrateniente y cuya
explotación está basada principalmente en el comercio con el
extranjero, haciéndola, como pasa con la clase terrateniente,
dependiente de la Gran Potencia dominante y
Segunda,
la clase capitalista nacional o la burguesía nacional, cuya
explotación está basada principalmente en la propiedad de empresas
industriales o comerciales y cuyo avance económico es retenido por
la Gran Potencia dominante.
Stalin
señaló en mayo de 1925 a los estudiantes de la Universidad
Comunista de los Trabajadores del Oriente que la burguesía nacional
en algunos países de tipo colonial:
“Se
escinde en dos partes: una parte revolucionaria (la pequeña
burguesía), y otra conciliadora (la gran burguesía), de las cuales
la primera continúa la lucha revolucionaria, mientras que la segunda
forma un bloque con el imperialismo.”
(José
V. Stalin: ‘Sobre
las tareas políticas de la Universidad de los Pueblos del Oriente’
(mayo de 1925), en: ‘Obras’,
volumen 7; Moscú; 1953; p.55) [se cambian las citas que da bill
bland por las de marxists.org; el año de la edición, también]
En
otras palabras, la burguesía nacional de un país de tipo colonial
es una clase objetivamente a favor de la revolución
nacional-democrática, pero objetivamente opuesta a la revolución
socialista.
Se
sigue que las fuerzas de clase que están objetivamente a favor de la
revolución nacional-democrática son más amplias y fuertes que las
que están objetivamente a favor de la revolución socialista.
La
estrategia marxista-leninista para los procesos revolucionarios en
los países de tipo colonial debe estar basada en esforzarse en
movilizar al máximo número de fuerzas posibles tanto para la
revolución nacional-democrática como para la revolución
socialista:
“b)
el principio de que los Partidos Comunistas utilicen obligatoriamente
en cada país la más pequeña posibilidad para asegurar al
proletariado un aliado de masas, aunque sea temporal, vacilante,
inestable y poco seguro;”
(José
V. Stalin: ‘Notas
sobre temas de actualidad’
(julio de 1927), en: ‘Obras’,
Volumen 9; Moscú; 1953; p.114)
Así,
la estrategia marxista-leninista sobre los procesos revolucionarios
en los países de tipo colonial es esforzarse para llevar a cabo el
proceso en dos etapas: primero, la etapa de la revolución
nacional-democrática y, segundo, la etapa de la revolución
socialista. En la primera etapa, los marxistas-leninistas deben
esforzarse en establecer una alianza entre ellos y la burguesía
nacional, siempre y cuando esta clase siga siendo revolucionaria:
“Con
la cual (con la
burguesía nacional, N.d.T.)
son admisibles los
pactos temporales sólo en el caso en que no oponga obstáculos a la
organización revolucionaria de los obreros y campesinos y luche
efectivamente contra el imperialismo.”
(6º
Congreso de la Internacional Comunista: Programa
y Estatutos de la Internacional Comunista
(1º septiembre de 1928), Moscú; 1928, p.76)
Dicho
pacto, dicha alianza es temporal porque el objetivo de los
marxistas-leninistas es ganar para la clase obrera el papel de
liderazgo en el proceso revolucionario con el objetivo de dirigirlo,
con las mínimas interrupciones, hacia la revolución socialista.
Este liderazgo puede ganarse únicamente en lucha contra la burguesía
nacional:
“El
proletariado apartará del camino a la burguesía nacional,
consolidará su propia hegemonía y llevará tras de sí a las masas
de millones de trabajadores de la ciudad y del campo, para vencer la
resistencia de la burguesía nacional, conseguir el triunfo completo
de la revolución democrático-burguesa y encauzarla después
gradualmente hacia la revolución socialista, con todas las
consecuencias que de esto se desprenden.”
(José
V. Stalin, ‘Problemas
de la revolución china’
(abril de 1927), en ‘Obras’,
Volumen 9; Moscú, 1953; p.75)
Cuando
se haga claro que la clase obrera esté ganando el liderazgo de la
revolución nacional-democrática, y por tanto logrando una posición
para transformar dicha revolución en una revolución socialista,
entonces la burguesía nacional desertará inevitablemente de la
revolución y se pasará a la contrarrevolución; pues preferirá
retener la explotación limitada bajo la dominación de tipo colonial
a que aquella desaparezca bajo el socialismo. Esto es lo que ocurrió
en China con el golpe de Chiang Kai-Shek en abril de 1927:
“En
el primer período de la revolución china […] la burguesía
nacional (no los compradores) estaba al lado de la revolución. […]
El golpe de Chiang Kai-Shek indica que la burguesía nacional ha
abandonado la revolución, que ha nacido un centro de la
contrarrevolución nacional y se ha cerrado el trato de los
kuomintanistas de derecha con el imperialismo, contra la revolución
china.”
(José
V. Stalin, ‘Problemas
de la revolución china’
(abril de 1927), en ‘Obras’,
Volumen 9; Moscú, 1953; pps. 75-76)