Testimonio
sobre Willy el Niño
Soy
José Balmón Castell, de 70 años, vecino de Córdoba (España),
Calle San Francisco, 27. Militante del Partido Comunista de España
(reconstituido) desde su fundación en 1975, motivo por el que fui
detenido varias veces, torturado y encarcelado durante 24 años.
He
sabido, con sorpresa y satisfacción, que Vd. ha cursado orden de
detención contra varios torturadores fascistas españoles, entre
ellos Juan Antonio Gonzalez Pacheco, alias Willy el Niño. Yo, en una
de mis detenciones, pasé por sus garras, por lo que quiero aportar
mi testimonio, por si sirviera para que esta mala bestia pague
siquiera una millonésima parte del daño causado, aunque no creo que
el Estado fascista español entregue a tan eficiente perro de presa
que tan buenos servicios ha prestado “a la patria y la
democracia”.
Estoy
hablando de mediados de diciembre de 1976, en pleno proceso de
“Transición” en el que el PCE(r), casi en solitario, denuncia la
maniobra del régimen de “cambiar algo para que todo siga igual”,
y esa osadía era puro terrorismo, tanto para el Estado como para la
“izquierda” ya domesticada y vendida. Yo ocupaba una
responsabilidad en la dirección, era clandestino y tenía
documentación falsa. Fui detenido en Madrid, por un golpe de azar,
por lo que pasaron unas horas hasta que me identificaron.
Inmediatamente fui llevado a la Dirección General de Seguridad, en
la Puerta del Sol, y entregado al tal Willy el Niño y su equipo de
torturadores, especializados en el PCE(r) y los GRAPO.
No
perdieron ni un minuto, tenían prisa en hacerme “cantar”, antes
de que mis camaradas detectaran mi caída y activaran las medidas de
seguridad. Esposado, de
pié en medio de cuatro o cinco malas bestias histéricas de odio:
golpes de todo tipo y en todas partes, rebotando como un pelele en
esa “rueda” hasta caer
al suelo sin sentido. En cuanto das señales de vida, preguntas y
golpes, golpes y preguntas y vuelta a caer. Te levantan, te esposan a
una silla, te
colocan una “bolsa” de plástico en la cabeza cerrándola sobre
tu cuello, que te produce la asfixia mientras te golpean por todas
partes. Esposado, con las
rodillas entre los brazos, te ponen una “barra” de hierro entre
las rodillas y los codos y te cuelgan entre dos mesas, quedas
suspendido cabeza abajo y
los pies arriba, te golpean los pies con bergajos “reglamentarios”,
patadas, puñetazos, insultos, preguntas, amenazas... Cuando ven que
“te vas”, Willy levanta
la mano y hacen un descanso, disparan la pistola sobre tu cabeza y te
dicen “esta vez estaba descargada”; si ven que cierras los ojos
te dan un puñetazo
o una patada: ¡Habla, hijo de puta, o no sales vivo de aquí!
Sin
duda, el trabajo del torturador es duro, necesitan recuperar
fuerzas... Te bajan a los sótanos, por las escaleras hacen amagos de
tirarte y casi deseas que
lo hagan. Los sótanos son tétricos, húmedos, diseñados para el
terror. Estás tirado en el suelo mojado, tiritas de dolor y de frío,
los policías tienen orden
de no dejarte dormir, golpean los hierros de la puerta, te insultan,
te amenazan..., no sabes si es de día o de noche. En cualquier
momento, abren la
puerta y te suben en volandas (ya no puedes mantenerte de pié) al
“despacho”... Y vuelta a empezar.
En
alguno de esos “descansos”, te mandan al “bueno”, te ofrece
agua o un café, llevas días sin probar nada, te lo tomas y cuando
te bajan al sótano ves que
estaba envenenada con sustancias psicotrópicas: te mareas, ves
alucinaciones, monstruos deformes, caes flotando por un torbellino
sin fin... La tortura continua
por otros medios, se trata de que pierdas el control de tu conciencia
para que, inconscientemente, reveles la información que ellos creen
que tienes
y que les lleve a más detenciones.
En
esos días, los GRAPO habían secuestrado a Oriol, (jerifalte
banquero y Presidente del Consejo de Estado entre otros cargos), en
apoyo a la reivindicación de
AMNISTIA, que era un clamor en la calle y que el Estado negaba a tiro
limpio. Ellos creían que yo sabía algo, incluso afirmaban que
estaba en mi casa y
por eso no les decía la dirección... “Me puedes matar -le dije a
Willy el Niño-, pero en mi casa están mi mujer y mis hijos, y a
esos no los tocas tú”.
Eso
lo puso aún más histérico, con las naturales consecuencias sobre
mis maltrechos huesos. También coincidió con mi detención, que los
GRAPO volaron el repetidor
de TV de Navacerrada (Madrid), para boicotear la campaña de
propaganda del régimen por el Referéndum de la Ley de Reforma
Política... Y, naturalmente, yo
tenia que saber algo y conocer a los autores, así que “Caña al
mono hasta que cante”... Pero ya no tenían que esforzarse como al
principio: ya tenía la
mandíbula partida, varias costillas rotas, todo el cuerpo lleno de
moratones, los pies hinchados... Ya les bastaba un golpe o un simple
roce para producirme tanto
dolor como una sesión intensiva de los primeros días. Y,
curiosamente, el paso de los días no apaciguó sus ánimos; para
ellos era un fracaso profesional, era
ya una cuestión de honor del torturador frustrado: ni Willy el Niño,
ni su equipo, ni su jefe Conesa podían aceptar que un cerdo
comunista, enclenque como
yo, no sucumbiera. Hasta el último de los 10 días de Ley
Antiterrorista me estuvieron torturando.
De
la DGS, pasé al Hospital Penitenciario adjunto a la Prisión de
Carabanchel (Madrid). Para dar una idea del trabajo bien hecho por
Willy el Niño y su equipo,
baste decir que ¡a los 6 meses!, salí con la Amnistía (por error,
pero esa es otra historia), y aún no tenía el alta médica.
Las
denuncias por torturas presentadas por mis abogados, pese a la
contundencia de los informes médicos, nunca prosperaron,
naturalmente. Willy el Niño continuó
torturando y recibiendo condecoraciones. Solo después de
“consolidada” la transición, lo apartaron de la DGS poniéndolo
de Jefe de Seguridad en la
multinacional Talbot de Madrid, una empresa emblemática con 10.000
obreros en la que había que desarticular el movimiento
organizado.
Quisiera
añadir una pequeña reflexión: Willy el Niño es uno de esos negros
personajes que encarnan la personalidad del torturador, de ideología
nazi, convencido de
su misión de salvapatrias, lleno de odio, sádico, que disfruta
haciendo sufrir y con impunidad plena. Pero no deja de ser una
herramienta al servicio de un estado fascista, que necesita sembrar
el miedo y el terror entre sus enemigos de clase. De hecho, este
personaje aparece en toda esa época ligado al Terrorismo de Estado:
Guerrilleros de Cristo Rey, la Triple A, Batallón Vasco-Español,
etc. que acumulan cientos de acciones terroristas y asesinatos tan
sonados como los de los Abogados Laboralistas de Atocha. Sus
servicios al régimen son impagables, por eso lo condecoran y
protegen: la Fiscalía de la Audiencia Nazional ya ha manifestado que
se opondrá a su procesamiento. ¡Faltaría más! Es la manera de
proteger la impunidad de sus nuevos Willys en activo, aquí y ahora
mismo. Son una pieza esencial para la “democracia”.
En
Córdoba, a 24 de Septiembre de 2013.
Firmado:
José Balmón Castell.
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