PRIMERA SESIÓN: 17 de abril de 1996.
1. Nos vemos los tres por primera vez a
las 10'30 del miércoles 17. A las 3'30 de la madrugada nos abren las
celdas, sin previo aviso, para la reunión con esta gente.
Habíamos tenido el tiempo suficiente
para reunir dos datos fundamentales: la reivindicación esencial
(salida) y la directriz "ganar tiempo". Es lo que necesitábamos.
2. Se presentan dos ("Alberto"
y "Enrique") como representantes del Estado. No quisieron
comentar quiénes son. Dicen que la seriedad del asunto y su propia representatividad se ve por:
están aquí a esas horas tan poco
habituales pudiendo hablar con nosotros; los hechos, los avances en las
conversaciones, demostrarán su capacidad para negociar. También nos
dicen que estas conversaciones se han abierto a petición nuestra, no del Beltrán. Se lo
rebatimos, pero insisten (y nosotros también).
3. Dicen que hay consenso entre los de
arriba para solucionar el tema, pero que puede ser boicoteado. Por
eso piden discreción. Aceptamos esto en una primera fase, que ha de desbrozar el terreno,
lo que llevaremos desde aquí con estos dos.
4. Criticamos la forma de este primer
contacto (la hora y el que se haya hecho en el módulo donde estamos)
por ir contra la discreción que piden. Hacemos sugerencias para próximos contactos,
que son aceptadas (un horario más normal, y fuera del módulo,
presentando nuestra salida de él como si fuéramos a comunicar a jueces, abogados...). Ante
comentarios de terceros, presentar las conversaciones como resultado
de la huelga, para tratar cuestiones carcelarias.
5. Dicen que ninguna de las dos partes
ha de romper las conversaciones aun en el caso de filtración y
consiguiente campaña en contra: hay que hablarlo previamente entre ambas partes e intentar averiguar
dónde se ha producido la filtración. Para facilitar el trabajo nos
anuncian:
levantamiento de la intervención
para los tres; mejoras concretas en la situación de
los presos a medida que avanza el proceso; proponen que en cualquier momento
podemos ponernos en contacto con ellos dos a través del Director de
la cárcel. Les decimos que preferimos que sean nuestros abogados el conducto y lo aceptan; podremos utilizar el teléfono cuanto
queramos para ponernos en contacto con quien consideremos oportuno
(abogados, amigos, familia...).
6. El contenido de la negociación lo
resumen así: "Existe GRAPO, lo que trae consecuencias
políticas, sociales y penitenciarias. Es todo un bloque que hay que solucionar en conjunto: resolución
de las 'consecuencias' y 'disolución de los GRAPO'.
Contestamos: "No somos marcianos,
no hemos aterrizado en este país de la noche a la mañana. No es
simplemente 'existen los GRAPO, hay consecuencias', sino 'existen unas condiciones políticas y
sociales que originan y dan vida a los GRAPO, se crean los GRAPO, hay
consecuencias y las habrá mayores'.
Sin análisis del origen, mal vamos a
ver la solución de las 'consecuencias'". Aceptan esto y están
dispuestos a discutir con nosotros de todo ello en la primera fase.
También les contestamos que, aunque el
Partido nos ha designado y tenemos la confianza de la calle y de las
cárceles, consideramos imprescindible para empezar a discutir el asunto en detalle que
estemos con otros camaradas presos, hombres y mujeres. Y ello porque
queremos una negociación seria y una interlocución representativa,
porque llevamos muchos años aislados y necesitamos conocer el mayor
número de opiniones y puntos de vista para que cada paso que se dé sea firme.
Nosotros tres compondríamos la
delegación, pero en contacto permanente con otros doce o quince
camaradas, hombres y mujeres. Técnicamente es posible en esta cárcel, al tener
módulos de mozas.
Además de las razones que les
presentamos a estos dos, hay otra que no decimos: presentamos la
cuestión como imprescindible porque ello nos
hará ganar tiempo.
Responden que no puede ser, por la
necesidad de discreción: "A más gente, más posibilidad de
filtración". Insistimos, les decimos que de nuestra gente no
saldrán filtraciones, que miren en sus propias filas si las hay.
Dicen: "Los sindicatos de
funcionarios pondrían el grito en el cielo si el gobierno cede a una
concentración así". Les hacemos ver que ése es su problema,
que de cualquier forma ya pueden mosquearse los boquis más fachas
por habernos traído aquí a los tres y haber venido ellos
de la forma que lo han hecho; que siempre podrán explicar esa
concentración como "resultado de la huelga", "buen
comportamiento" o como les dé la gana.
Por otra parte, si no solucionan ese
problema, ¿cómo van a arreglar el problema principal?
Al final les sacamos el acuerdo de que
en la próxima reunión ellos traerían una respuesta y nosotros la
lista de los camaradas. De aceptar, ganaríamos quince días (la próxima reunión la hemos
fijado para el 2 de mayo por nuestra necesidad de "estudiar a
fondo el problema"), más el tiempo, forzosamente largo y alrededor de un mes, para la
concentración aquí de los camaradas.
7. Para la próxima reunión (2 de
mayo) ellos propondrían que de ella saliera un "calendario"
de las conversaciones y que entraríamos a tratar los temas concretos. Queda pues pendiente que se
solucione el problema de la traída de los camaradas. En cuanto
vengan y hablemos con ellos, entraremos en detalles. Mientras tanto nos entretendremos con
las cuestiones de carácter general.
En previsión de la negativa de entrada
a la venida de los camaradas, tenemos ya una serie de propuestas concretas,
muy razonables y viables técnicamente, para hacerla posible y seguir
ganando tiempo.
8. Decían: "Vosotros no habéis
conseguido gran cosa con la lucha armada. El Estado está fuerte,
consolidada la democracia y puede ser generoso". Contestamos: "Si fuera así no vendríais. Si
venís es porque somos fuertes, prevéis que lo seremos más (por las
condiciones del país y del capitalismo en general) y porque vosotros estáis en crisis
política, económica, social y moral. No podéis atajar el problema
policialmente y buscáis otra salida". Reconocieron que "los GRAPO están capacitados para
actuar".
9. Preguntaban por qué hace cinco años
que no hay atentados mortales. Decimos:
"la respuesta está en nuestra
propaganda y la conocéis. Nuestro objetivo siempre es hacer
política. Si no nos dejan por las buenas, lo hacemos con las armas.
Ahora la lucha armada está en segundo plano. Lo primero es la lucha política, pero mañana puede ser al
contrario.
No abandonaremos la lucha armada si no
se soluciona el problema político, si no existen condiciones para la lucha política, sin que nos
asesinen ni torturen por defender nuestras ideas.
En el plano personal, los presos no
tenemos ninguna prisa por salir a la calle: aquí también cumplimos
con nuestro papel; somos útiles a nuestra causa. Pero tenemos interés, como comunistas,
en arreglar el problema político, en crear condiciones nuevas y
abrir una nueva fase de lucha por la revolución sin lucha armada, dure lo que dure".
10. Contenido de la primera fase:
creemos que, para acompañar a la
reivindicación fundamental (la salida), nos servirán los documentos
que ahora os pedimos:
Lo que sacamos acerca de las
conversaciones de Herrera del 83;
Lo que salió en Resistencia tras el
conato de conversaciones del 90.
Creemos recordar que se exigía:
Salida escalonada.
Legalización o tolerancia del
Partido.
Medios económicos para la actividad
política y "vuelta al trabajo" de los presos.
Mejoras económicas y sociales de
carácter general.
Y como contrapartida por nuestra parte:
Alto el fuego cuando hubieran
cumplido determinada parte de sus compromisos.
Disolución de los GRAPO cuando todos
estuvieran fuera.
11. En las negociaciones creemos
necesario insistir mucho en los puntos b), c) y d) por dos razones:
cubrir lo fundamental (a) mostrarles que nuestra voluntad de
hacer política, creando las condiciones que lo hagan posible, es
firme y duradera, tanto como la de continuar (e incrementar) la lucha armada si no hay solución
global.
12. Para una fase siguiente, ellos
apuntaron la posibilidad de "otros interlocutores", "otros
marcos", con "observadores" y "expertos"
para las cuestiones concretas.
13. A continuación os damos la lista
de los y las camaradas que pensamos proponer, si antes no recibimos
una opinión contraria por vuestra parte.
Naturalmente, decir que "nos vendría muy bien"
cualquier orientación, dato, directriz, aportación... vuestra sería
quedarnos cortos. Estamos hambrientos de cualquier cosa que decidáis enviarnos, pero
también es cierto que la comunicación no va a ser nada fácil, que
debemos pensar con nuestras "propias cabezas" y que, mal que bien, también llegaremos a
aprender este proceloso arte de la negociación.
José María Sánchez Casas, José
Balmón Castell, Rogelio Vázquez Gómez, Juan García Martín,
Joaquín Calero Arcones, Francisco Cela Seoane, Joaquín Garrido
González, Olegario Sánchez Corrales, José Ortín Martínez, Carmen
López Anguita, Josefina García Aramburu, Aurora Cayetano Navarro, y
Elvira Diéguez Silveira.