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martes, 19 de febrero de 2013

«Pero, ¿cómo es posible defender a un hombre como Stalin?»

Prefacio de Otra mirada sobre Stalin (Ludo Martens, 1994):
      Que un célebre disidente soviético, viviendo en la Alemania «reunificada», un hombre que en su juventud impulsaba el antiestalinismo hasta la preparación de un atentado terrorista contra Stalin, que ha llenado libros enteros para decir todo lo mal que pensaba de la política estalinista, que tal hombre se vea obligado ahora, en su vejez, a rendir homenaje a Stalin, es algo que nos debe hacer pensar. Muchos hombres que se proclaman revolucionarios y comunistas no han dado nunca pruebas de tal coraje. Porque, hace falta mucho coraje si uno quiere elevar su débil voz contra el huracán de la propaganda antiestalinista. Y una gran cantidad de comunistas se sienten incómodos sobre este terreno de batalla. Todo lo que los más violentos enemigos del comunismo habían afirmado durante treinta y cinco años, Jruschov vino a reafirmarlo en 1956. Desde entonces, la unanimidad vocinglera condenaba a Stalin -desde los nazis a los trotskistas, desde el tándem Kissinger-Brzezinski, al dúo Jruschov y Gorbachov-, parecían imponerlo «como prueba de la verdad». Defender la obra de Stalin y la del Partido bolchevique llegó a parecer impensable e inclusive anómalo. Y la intimidación ganó a la mayor parte de los hombres que se oponían sin equívocos a la anarquía monstruosa del capitalismo mundial.
      Hoy, en el caso de un hombre como Alexandre Zinoviev, la constatación de la locura destructiva que se ha extendido a toda la ex-URSS, con su cortejo de hambre, paro, criminalidad, miseria, corrupción y guerras interétnicas, le ha conducido a volver a ponerse en cuestión los prejuicios anclados en su alma desde la adolescencia.
      No hay ninguna duda de que, en el mundo entero, aquellos que quieren defender las ideas del socialismo y del comunismo deberían, al menos, hacer lo mismo. Todas las organizaciones comunistas y revolucionarias del mundo se verán obligadas -un día u otro- a reexaminar las opiniones y prejuicios que se formularon desde 1956 sobre la obra del camarada Stalin. Nadie puede escapar a esta evidencia: durante 35 años de denuncias virulentas del «estalinismo», Gorbachov «ha terminado realmente con todas las realizaciones de Stalin», haciendo constatar que Lenin, de la misma forma, había llegado a ser «persona non grata» en la Unión Soviética. Muerto y sepultado el estalinismo, el leninismo había dejado de existir sobre la tierra.
      Redescubrir la verdad revolucionaria del período de los pioneros del movimiento comunista soviético e internacional es una tarea colectiva que incumbe a todos los comunistas del mundo. Las aportaciones que puedan realizar los marxistas-leninistas soviéticos y las de los que sólo podemos llegar a través de sus fuentes y testimonios, será una misión capital; pero, sin olvidar, que hoy, debemos trabajar en condiciones mucho más difíciles.
      Nuestros análisis y reflexiones sobre este tema, las publicamos bajo el título de Un autre regard sur Staline. La clase cuyo interés fundamental consiste en mantener el sistema de explotación y opresión, nos impone cotidianamente «su» visión sobre Stalin. Adoptar otra visión sobre Stalin, es estudiar la personalidad histórica de Stalin a través de los ojos de la clase opuesta, la de los explotados y oprimidos.
      Este libro no está concebido como una biografía de Stalin. Su intención es abordar de frente los ataques contra Stalin a los que estamos más habituados: el «testamento de Lenin», «la colectivización impuesta», «la burocracia sofocante», «el exterminio de la vieja guardia bolchevique», «las grandes purgas», «la industrialización forzada», «el enfrentamiento de Stalin con Hitler», «su incompetencia en la guerra», etc., etc. Estamos dispuestos a denunciar estas falsas «grandes verdades» sobre Stalin, aquellas que se han repetido y resumido millares de veces en frases de los diarios, en los cursos de historia, en las interwius, en los libros y que han, por así decirlo, entrado en nuestro subconsciente.
      «Pero, ¿cómo es posible», nos decía un amigo, «defender a un hombre como Stalin?»
      Había sorpresa e indignación en la pregunta. Me recordaba lo que me había dicho, el otro día, un viejo obrero comunista, que me hablaba del año 1956, cuando Jruschov ya había leído su famoso 'Informe Secreto'. Esto provocó debates agitados en el seno del Partido Comunista. En el curso de estos, una anciana mujer comunista, nacida de una familia judía comunista, que había perdido a dos hijos durante la guerra y cuya familia en Polonia había sido exterminada, dijo gritando y encolerizada:
      «Pero, ¿cómo podemos nosotros dejar de apoyar a Stalin, el que ha construido el socialismo, el que derrotó al fascismo, el que ha encarnado todas nuestras esperanzas?»
      En la tormenta ideológica que se despliega sobre el mundo, allí en donde otros habían retrocedido, esta mujer seguía fiel a la revolución. Y por esta razón, tenía otra visión sobre Stalin. Una nueva generación de comunistas participan y participarán de su visión.
Ludo Martens

1 comentario:

  1. No me sorprende tanta estupidez en defender a Stalin. La verdad ha quedado muy lejos relegada por la ceguera doctrinal, que no tiene nada que ver con el Marxismo-Leninismo...Hay todavía tanta imbecilidad...

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