PRIMER CONGRESO DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA. Marzo 1919.
TESIS SOBRE LA DEMOCRACIA BURGUESA Y LA DICTADURA DEL PROLETARIADO
de la democracia burguesa, hasta en las repúblicas más libres, como dictadura de la burguesía.
A causa del enriquecimiento de un grupo alemán o inglés de millonarios o multimillonarios, sucumbieron decenas de millones de hombres, y en las repúblicas más libres se implantó la dictadura militar de la burguesía. Esta dictadura militar continúa en los países de la Entente después de la derrota de Alemania.
Precisamente la guerra es la que más ha abierto los ojos a los trabajadores, la que ha arrancado las falsas flores de la democracia burguesa, la que ha mostrado al pueblo el pozo sin fondo de la especulación y del lucro durante la guerra y
con motivo de ella.
En nombre de la “libertad e igualdad” se enriquecieron escandalosamente los negociantes de la guerra. Ningún esfuerzo de la Internacional amarilla de Berna podrá ocultar a las masas el carácter explotador, hoy totalmente desenmascarado, de la libertad, de la igualdad y de la democracia burguesas.
11.- En Alemania, el país capitalista más desarrollado del continente europeo, los primeros meses de plena libertad republicana, traída por la derrota de la Alemania imperialista, han hecho ver a los obreros alemanes y a todo el mundo la verdadera naturaleza de clase de la república democrático-burguesa.
El asesinato de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo es un hecho de alcance histórico mundial, no sólo porque han perecido trágicamente los mejores hombres y jefes de la verdadera Internacional proletaria, de la Internacional Comunista, sino porque se ha puesto definitivamente al desnudo la naturaleza de clase de un estado europeo avanzado (se puede decir sin exagerar: de un estado avanzado a escala mundial).
Si unos detenidos, es decir, hombres tomados bajo la protección de los poderes públicos, pueden ser asesinados con toda impunidad por unos oficiales y por los capitalistas, bajo un gobierno de socialpatriotas, se deduce de ello que una república democrática en la que pueden ocurrir tales cosas es una dictadura de la burguesía.
Quienes expresan su indignación con motivo del asesinato de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo, pero sin comprender esta verdad, no hacen sino poner de manifiesto su cerrazón mental o su fariseísmo.
La “libertad” en una de las repúblicas más libres y avanzadas del mundo, en la república alemana, es la libertad de asesinar impunemente a los líderes arrestados del proletariado. Y no puede ser de otro modo mientras subsista el capitalismo, pues el desarrollo de la democracia no atenúa, sino que agudiza la lucha de clases, que, en virtud de todos los resultados y de todas las influencias de la guerra y de sus consecuencias, ha llegado a su punto de ebullición.
En todo el mundo civilizado se procede ahora a desterrar a los bolcheviques, a perseguirlos, a encarcelarlos, como por ejemplo en Suiza, una de las repúblicas burguesas más libres, a organizar pogromos contra los bolcheviques en Norteamérica, etcétera.
Desde el punto de vista de la “democracia en general” o de la “democracia pura” es sencillamente ridículo que países avanzados, civilizados, democráticos, armados hasta los dientes, teman la presencia de varias decenas de personas de la Rusia atrasada, hambrienta y arruinada, a la que en decenas de millones de ejemplares de periódicos burgueses se califica de salvaje, criminal, etcétera.
Está claro que una situación social que ha podido originar una contradicción tan patente, no es en la práctica sino una dictadura de la burguesía.
12.- Ante tal estado de cosas, la dictadura del proletariado no sólo es plenamente legítima como medio de derrocar a los explotadores y de vencer su resistencia, sino que es completamente necesaria para toda la masa trabajadora como única defensa contra la dictadura de la burguesía, que ha llevado a la guerra y prepara nuevas guerras.
Lo que principalmente no comprenden los socialistas y lo que indica su miopía teórica su sujeción a los prejuicios burgueses y su traición política al proletariado es que en la sociedad capitalista, en cuanto se agrava en alguna medida la lucha de clases que palpita en su seno, no puede haber término medio entre la dictadura de la burguesía y la del proletariado. Toda ilusión en cuanto a un tercer camino no es sino un suspiro reaccionario de pequeños burgueses. Así lo atestigua la experiencia de más, de un siglo de desarrollo de la democracia burguesa y del movimiento obrero en todos los países avanzados, y, en particular, la experiencia del último lustro. Así lo indica también toda la ciencia de la economía política, todo el contenido del marxismo, que explica la inevitabilidad económica de la dictadura de la burguesía bajo toda economía mercantil, dictadura que sólo puede reemplazar la clase desarrollada, multiplicada, cohesionada y reforzada por el propio desarrollo del capitalismo, es decir, la clase proletaria.
13.- Otro error teórico y político de los socialistas consiste en no comprender que las formas de la democracia han ido cambiando inevitablemente a lo largo de milenios, comenzando por los embriones de la misma antigüedad, a medida que una clase dominante era sustituida por otra. En las antiguas repúblicas de Grecia, en las ciudades medievales y en los países capitalistas avanzados, la democracia reviste formas distintas y distinto grado de aplicación. Sería la mayor torpeza pensar que la revolución más profunda de la historia de la humanidad, el primer caso que se registra en el mundo de paso del poder de la minoría de explotadores a la mayoría de los explotados, puede sobrevenir dentro del viejo marco de la
vieja democracia parlamentaria burguesa, puede sobrevenir sin introducir los cambios más radicales, sin crear nuevas formas de democracia, nuevas instituciones que encarnen las nuevas condiciones de su aplicación, etc.
14.- La dictadura del proletariado se parece a la dictadura de las demás clases porque ha sido suscitada por la necesidad, como le ocurre a toda dictadura, de aplastar con la violencia la resistencia de la clase que pierde el dominio político. La diferencia radical entre la dictadura del proletariado y la de otras clases (la dictadura de los terratenientes en la Edad Media y la de la burguesía en todos los países capitalistas civilizados) consiste en que la dictadura de los terratenientes y de la burguesía era la represión violenta de la resistencia de la inmensa mayoría de la población, esto es, de los trabajadores. Por el contrario, la dictadura del proletariado es la represión violenta de la resistencia de los explotadores, es decir, de una insignificante minoría de la población de los terratenientes y capitalistas.
De aquí se desprende, a su vez, que la dictadura del proletariado debe acarrear inevitablemente, no sólo el cambio de las formas e instituciones de la democracia, hablando en términos generales, sino un cambio que traiga consigo una ampliación inusitada de la utilización efectiva del democratismo por parte de los oprimidos por el capitalismo, por parte de las clases trabajadoras.
En efecto, la forma de la dictadura del proletariado lograda ya en la práctica, es decir, el poder soviético en Rusia, el Räte-System en Alemania, los Shop Stewards Comittees y organismos análogos en otros países, todas estas instituciones significan y hacen efectivas precisamente para las clases trabajadoras, es decir, para la inmensa mayoría de la población, una posibilidad real de utilizar los derechos y libertades democráticos, que jamás han existido con anterioridad, ni siquiera aproximadamente, en las mejores repúblicas democráticas burguesas.
La esencia del poder soviético consiste en que la base permanente y única de todo el poder y de todo el aparato del estado es la organización de masas de las clases que estaban oprimidas por el capitalismo, es decir, de los obreros y semiproletarios (de los campesinos que no explotan trabajo ajeno y recurren continuamente a la venta de una parte, al menos, de su trabajo). Ahora son incorporadas precisamente a la participación permanente e indefectible, y además decisiva, en la dirección democrática del estado, las masas que incluso en las repúblicas burguesas más democráticas, siendo iguales ante la ley, eran desplazadas en la práctica por miles de procedimientos y subterfugios de la intervención en la vida política y del disfrute de los derechos y libertades democráticos.
15. El poder soviético o dictadura del proletariado hace efectiva, inmediatamente y por completo, la igualdad de los ciudadanos, sin distinción de sexo, religión, raza y nacionalidad, que la democracia burguesa prometió siempre y en todas partes, pero que no realizó en ningún sitio ni podía realizar debido al dominio del capitalismo. El poder soviético hace efectiva esa igualdad, pues sólo puede realizarla el poder de los obreros, que no están interesados en la propiedad privada de los medios de producción y en la lucha por su reparto.
16.- La vieja democracia y el viejo parlamentarismo, es decir, la democracia y el parlamentarismo burgueses, estaban organizados de tal modo, que precisamente las masas trabajadoras eran las que más desplazadas se hallaban del aparato del gobierno. Por el contrario, el poder soviético, es decir, la dictadura del proletariado, está estructurado de tal forma, que acerca a las masas trabajadoras al aparato del gobierno. Esta misma finalidad cumple la unión del poder legislativo y ejecutivo en la organización soviética del estado, y la sustitución de las circunscripciones electorales territoriales por las unidades de producción, como son las fábricas y demás empresas.
17.- El ejército no sólo era un aparato de opresión bajo la monarquía. Sigue siéndolo en todas las repúblicas burguesas, incluso en las más democráticas. Sólo el poder soviético, como organización estatal permanente de las clases oprimidas por el capitalismo está en condiciones de acabar con la supeditación del ejército al mando burgués y de fusionar realmente al proletariado con el ejército, de llegar realmente al armamento del proletariado y al desarme de la burguesía, sin lo cual es imposible la victoria del socialismo.
18.- La organización soviética del estado está adaptada al papel dirigente del proletariado, la clase más concentrada e instruida por el capitalismo. La experiencia de todas las revoluciones y de todos los movimientos de las clases oprimidas, la experiencia del movimiento socialista mundial, nos enseña que sólo el proletariado está en condiciones de unir y arrastrar tras de sí a las capas dispersas y atrasadas de la población trabajadora y explotada.
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