XII CONGRESO DEL PC (b) DE RUSIA. 17-25 de abril de 1923.
2. Resumen de la discusión sobre el informe de organización del C.C., 19 de abril.
Camaradas: El resumen de la discusión constará de dos partes: la primera se referirá a la labor del Comité Central en el terreno de la organización, ya que ha sido criticada por los oradores,y en la segunda hablaré de las proposiciones de organización presentadas por el Comité Central, proposiciones que no han criticado los oradores y con las cuales el Congreso, al parecer, se solidariza.
Diré primero unas palabras sobre los que han criticado el informe del Comité Central.
Empezaré por Lutovínov.
Lutovínov no está contento con el régimen existente en nuestro Partido: en nuestro Partido no hay libertad de palabra, no hay legalidad, no hay democracia. Él sabe, como es natural, que, en los últimos seis años, el Comité Central no había preparado nunca un Congreso tan democráticamente como ahora. Sabe que, inmediatamente después del Pleno de febrero, los miembros y los suplentes del Comité Central se desparramaron por todos los confines de nuestra Federación e hicieron informes sobre la labor del Comité Central. Lutovínov debe saber que han aparecido ya cuatro números de la hoja de discusión66, dónde a diestro y siniestro, literalmente a diestro y siniestro, se analiza y se discute la actuación del Comité Central. Pero eso no le baste a Lutovínov. Quiere una “verdadera” democracia, quiere que todos las cuestiones, o, por lo menos, las más importantes, sean discutidas en todas las células de abajo arriba, quiere que todo el Partido se ponga en movimiento para cada cuestión y participe en la discusión del asunto. Pero, camaradas, ahora, cuando estamos en el Poder, cuando contamos, con no menos de 400.000 militantes del Partido, cuando tenemos no menos de 20.000 células, no sé a dónde nos llevaría semejante sistema. Con un sistema así, nuestro Partido se convertiría en un club de discusión de personas, que charlarían eternamente y no resolverían nada. Pero nuestro Partido debe ser, ante todo, un partido de acción, pues estamos en el Poder.
Además, Lutovínov olvida que, si bien dentro de la Federación estamos en el Poder y disfrutamos de todas las ventajas de la legalidad, desde el punto de vista internacional atravesamos un período análogo al de 1912, cuando el Partido era semilegal, más bien clandestino, cuando el Partido tenía algunos asideros legales, como la minoría de la Duma, los periódicos legales y los clubs, cuando el Partido estaba al mismo tiempo rodeado de enemigos y procuraba acumular sus fuerzas para lanzarse adelante y ensanchar el marco legal. Un periodo semejante atravesamos ahora en el plano internacional. Estamos, rodeados de enemigos; eso es evidente para todos. Los lobos del imperialismo que nos rodean no se duermen. Nuestros enemigos se esfuerzan en todo momento por apoderarse de cualquier resquicio para introducirse por él y causarnos daño. No hay motivo para afirmar que los enemigos que nos rodean no estén llevando a cabo una labor preparatoria para organizar el bloqueo o la intervención. Esa es la situación. Con tal estado de cosas, ¿se puede sacar a la calle todas las cuestiones de la guerra y de la paz? Porque discutir una cuestión en las reuniones de 20.000 células es tanto como sacar la cuestión a la calle. ¿Qué habría sido de nosotros si toda nuestra labor preliminar para la Conferencia de Génova la hubiéramos sacado previamente a la calle? Habríamos sufrido un estrepitoso fracaso. Hay que tener presente que, cuando nos hallamos rodeados de enemigos, un golpe por sorpresa que asestemos, una maniobra inesperada y la celeridad lo deciden todo. ¿Qué habría sido de nosotros si, en lugar de discutir en un pequeño círculo de personas de confianza del Partido nuestra campaña política en la Conferencia de Lausana, hubiéramos sacado a la calle todo este trabajo, hubiéramos puesto nuestras cartas boca arriba? Los enemigos habrían tenido en cuenta todas las ventajas y todos los inconvenientes, habrían hecho fracasar nuestra campaña, y nosotros nos hubiéramos marchado de Lausana cubiertos de oprobio. ¿Qué habría sido de nosotros si las cuestiones de la guerra y de la paz, las más importantes de todas las cuestiones importantes, las hubiéramos sacado previamente a la calle, pues, repito, someter las cuestiones a la discusión en 20.000 células significa sacarlas a la calle? Nos habrían aplastado en un santiamén. Está claro, camaradas, que, tanto por razones de organización como por razones políticas, la llamada democracia de Lutovínov es una fantasía, es manilovismo democrático, es falsa y peligrosa. El camino de Lutovínov no es nuestro camino.
Me referiré ahora a Osinski. Se ha aferrado a mi frase de que para ampliar el Comité Central debemos incorporar a éste a personas independientes. Sí, sí, Sorin, a personas independientes, y no autónomas. Osinski. Me referiré ahora a Osinski. Se ha aferrado a mi frase de que para ampliar el Comité Central debemos incorporar a éste a personas independientes. Sí, sí, Sorin, a personas independientes, y no autónomas. Osinski considera que en ese punto he establecido ciertas alianzas con Olsinski, con el centralismo democrático. He dicho, efectivamente, que es necesario incorporar al Comité Central a camaradas independientes. No he dicho independientes, con respecto a qué, pues sé de sobra que no conviene agotar todas las cuestiones en el discurso fundamental y que hay que dejar algo para el resumen de la discusión. (Risas. Aplausos.) Necesitamos personas independientes en el Comité Central, pero no independientes del leninismo, no, camaradas, ¡Dios nos libre! Necesitamos personas independientes, exentas de influencias personales, de los hábitos y tradiciones, de lucha en el seno del Comité Central, que se han formado entre nosotros y que a veces causan alarma dentro del Comité Central. Recordáis el artículo del camarada Lenin., Allí se dice que tenemos perspectivas de escisión. Como, según este lugar del artículo del camarada Lenin, podía parecer a las organizaciones que ya está en puertas la escisión, los miembros del Comité Central decidieron unánimemente disipar las dudas que pudieran surgir y dijeron que en el Comité Central no hay escisión alguna, lo que corresponde exactamente a la realidad. Pero el Comité Central dijo también que no estaba excluida la perspectiva de la escisión. Y eso es completamente cierto. En el curso de la labor en el seno del Comité Central durante los seis últimos años, se han creado (no podían por menos de crearse) ciertos hábitos y tradiciones, de lucha en el interior del Comité Central, que originan a veces un ambiente no muy bueno. He observado ese ambiente en uno de los últimos Plenos del Comité Central, el de febrero, y noté que la injerencia de la gente de las organizaciones locales frecuentemente lo decide todo. Necesitamos personas independientes de estas tradiciones y de estas influencias personales, para que, al entrar en el Comité Central y llevar a él la experiencia del trabajo positivo y del contacto con las organizaciones locales, sean el cemento que consolide el Comité Central como una colectividad unida e indivisible, dirigente de nuestro Partido. Necesitamos precisamente a esos camaradas. independientes, libres de las viejas tradiciones forjadas en el seno del Comité Central, para que sean los hombres portadores de lo nuevo y renovador que cimenté el Comité Central y evite toda clase de posibilidades de escisión en el seno del Comité Central. En ese sentido he hablado de los independientes.
Camaradas, no puedo pasar por alto la salida que se ha permitido Osinski respecto a Zinóviev. Osinski ha elogiado al camarada Stalin, ha elogiado a Kámenev y ha coceado a Zinóviev, pensandoque es suficiente por ahora eliminar a uno y que luego le llegará el turno a los demás. Osinski se propone descomponer el núcleo que se ha constituido en el seno del Comité Central durante años de trabajo, para luego descomponerlo todo poco a poco, paso a paso. Si piensa en serio perseguir ese objetivo, si piensa en serio emprender esos ataques contra uno u otro miembro del núcleo de nuestro Comité Central, debo advertirle que chocará con una muralla, contra la cual me temo que se estrelle.
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