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domingo, 18 de diciembre de 2011

Así se templó el acero (primera parte)

tomado de odio de clase (http://www.odiodeclase.blogspot.com/)



ASÍ SE TEMPLÓ EL ACERO

Artículo del camarada Quibian Gaytan
del blog camarada LUMINOSO FUTURO


PRESENTACIÓN

Entre todos los cinco Grandes Maestros del proletariado internacional ninguno como él, José Stalin, ha sido más atacado, calumniado, enlodado, calumniado, ensuciado, falsificado y difamado. En fin, galardonado con el más desenfrenado odio (de clase, se entiende). Unos le atacan (“déspota peor que Iván el terrible”, “tirano”, “paranoico, sediento de sangre”, “dictador, asesino igual que Hitler” , “nacionalista estrecho”, “la más grande mediocridad de nuestro partido”, etc.). Otros lo defienden (y esto con el riesgo de verse vistos como “bichos raros”). Incluso entre estos últimos, la mayoría, si se atreven a romper una espada en su nombre, prefieren poner no mucha pasión en su defensa.

Pero, en esto sobre la evaluación de Stalin no se puede evitar el tener que tomar partido: con Stalin o contra Stalin. O lo que es lo mismo, con las ideas que representó, sus aportaciones teóricas y prácticas de aplicación del Pensamiento-guía de Marx, Engels y Lenin, y su obra cumbre la edificación del Estado socialista soviético de dictadura del proletariado, o el rechazo total a lo que representó; con el comunismo o contra el comunismo.

¿Por qué resulta así? Porque, por bien 59 años el camarada José Stalin ha sido un revolucionario proletario, fiel a la causa de la clase obrera rusa y mundial, enemigo intransigente del capitalismo y del imperialismo. Dedicado su vida entera al Movimiento comunista ruso e internacional; así como por 39 años ha sido Dirigente del Primer Estado Socialista en el mundo, la URSS; máximo Dirigente del PCUS (bolchevique), después de Vladimir Ilich Lenin; Dirigente político e ideológico de la IIIª Internacional o Internacional Comunista, tanto como de la Cominform que del naciente Campo Socialista.

El camarada Stalin ha tenido la honrosa distinción, como lo remarca el marxista-leninista belga Ludo Martens, en su documentada obra Otra visión sobre Stalin, de ser entre todos los cuadros dirigentes del Partido Comunista de la Unión Soviética de haber sido “entre 1921-1923… la segunda personalidad del Partido, después de Lenin”.

Eso derrumba la falsificación histórica, de matriz trotskista, que ha pretendido imponerle como estigma denigrador de haber sido un “oscuro y desconocido” entre las filas de la militancia bolchevique en aquellos primeros años de la Revolución Socialista de 1917. Ya en esto remachemos el clavo. En víspera de la gloriosa jornada del Octubre ruso, como consta en las actas de la reuniones del Comité Central del POSDR (bolchevique), en específico aquella correspondiente al 16 (29) de octubre de 1917 y en la cual se decide la formación del “Centro Militar Revolucionario”, como organizador práctico de la insurrección, y del cual es escogido el camarada Stalin como uno de los principales dirigentes del mismo. (Consultar y verificar en Los Bolcheviques y la Revolución de Octubre. Actas del Comité Central del POSDR (b). Agosto de 1917 a Febrero de 1918. Cuadernos de Pasado y Presente, 28). A lo que cabría agregar, como es sabido o por lo menos deberían todos saberlo ya, el camarada Stalin desde su regreso de la cárcel de Siberia ocupaba el cargo de Director del Órgano Central del POSDR (b). ¡Vaya paradoja: el principal responsable de Pravda (La Verdad) era un “desconocido” para los militantes del Partido!

Pero prosigamos desmontando la patraña. Otorguemos, para eso, la palabra al camarada Ludo: “Stalin fue el único dirigente que formaba parte al mismo tiempo del Comité Central, del Buró Político, del Buró de Organización y del Secretariado del Partido bolchevique”. Instancia, ésta última, en la que desempeñaba el cargo de Secretario General. Cargos le que ha asignados y refrendados por sendos Congresos Ordinarios del partido. Sin olvidar por algún momento que, luego de la toma del poder y la conformación del gobierno revolucionario obrero-campesino, el camarada Stalin fue nombrado Comisario para los Asuntos de las Nacionalidades y máximo Responsable de la Inspección Obrero-Campesina (una Comisión extrapartidaria de las masas trabajadoras para el control y funcionamiento del Estado soviético). Las mentiras tienen las patas cortas.

Ojo, pues, como se ha de criticar a Stalin: el pantano está cerca. ¿No acaso, desde ese nefasto XX Congreso del PCUS de 1956, los revisionistas kruschevistas no comenzaron criticando al camarada Stalin, “crítica al Culto de la personalidad” decían y de “renovar el leninismo”, y una vez en esa pendiente no resbalaron hasta el renegamiento de Lenin y al propiciamiento de la restauración del capitalismo en la URSS y en todo el Campo Socialista? La verdad sea dicha, ahora y evitar equívocos ulteriores, el antistalinismo fue y es una mascara más del anticomunismo.

Y no puede ser de otra manera. Si Usted se considera revolucionario proletario, revolucionario de pensamiento dialéctico e histórico, y no un fascista o un liberal, quizás alguien de alguna manera adscrito al marxismo-leninismo, podrá discrepar de Stalin y de sus métodos de edificación del socialismo en la URSS, no estar en todo de acuerdo con él y reconocer que en su actuación ha habido errores, en eso se trataría de cuestiones de apreciación o de falta de información. Pero, lo que no le permiten los hechos históricos, reales y no los inventados, es rechazar en bloque a Stalin o considerarle un enemigo. Los marxistas leninistas y los revolucionarios honestos, en general, sólo reconocemos enemigos de clase.

Stalin con todos sus errores, si lo pueden demostrar, nunca se apartó del terreno común del comunismo revolucionario, en su odio irreconciliable al imperialismo, al capitalismo y al fascismo; de su identificación integral con el Marxismo, con el Marxismo-Leninismo y con la causa de la emancipación social socialista del proletariado. Él no ha sido, ni es, un enemigo de clase. Su nombre está escrito con letras de oro en las páginas del libro de la historia del Movimiento Obrero y del Movimiento Comunista. Más aún, él con su práctica revolucionaria, su obra teórica y su praxis creadora en la edificación de la sociedad socialista soviética, la sentar sobre base científicas la línea general de la construcción de la sociedad comunista mundial, ha devenido uno de los pocos constructores de historia de la humanidad aún oprimida.



LA FORJA DEL ACERO

Yosif Vissarionovich Djugashvili (conocido también p or Soso, Koba y Stalin) nació en la aldea de Gori, en Georgia, el 21 de diciembre de 1879. Su padre Vissarion Djugashvili y su madre Ekaterina Geladze, zapatero el primero y ella campesina, mujer muy religiosa y protectora de sus hijos (en efecto, Yosif ha tenido tres hermanos los que han muerto a tierna edad).

Contra la voluntad del padre, que ha querido entrenarlo en la profesión, la madre a reinscrito al joven “Soso” (diminutivo de Yosif) en la escuela parroquial de Gori. De esos primeros años, así lo recuerda un ex-condiscípulo, “… estaba siempre preparado para las lecciones, pronto a ser interrogado y hacia siempre todas sus tareas… Era considerado no sólo el primero de la clase, si no de toda la escuela. Esbelto, dinámico y vivaz…”

En junio de 1894 Soso supera brillantemente los exámenes. Fue el mejor de todos los examinados, con el Diploma le fue asignado un Certificado al Mérito. Ese mismo año fue admitido en el Seminario Teológico de Tiflis y con una beca de estudio parcial.

Aquí, hagamos un aparte. Invito al lector a quedemos una rápida mirada a la Rusia y a Georgia de la época, a la condiciones económicas y políticas existentes en ese momento las cuales moldearán y forjarán el carácter y el compromiso político de Soso.

En 1801 las fuerzas militares del imperio autocrático ruso, inician la ocupación de Georgia. El país es parte de la Transcaucásica, región que se extiende del Mar Negro al Mar Caspio al sur de las montañas del Cáucaso. El país, unión de Europa y Asia, fue ambicionada presa a lo largo de su milenaria historia de la acción expansionista y predatoria griega, hebraica, romana, de los hunos, mongoles, turcos y persas. Nada de extrañar, a su turno, la ambición anexionista de los zares rusos. A efecto de la irrupción rusa la familia real georgiana es destituida y Virreyes rusos administrarán el país des su capital Tiflis. Se inicia la rusificación del país. En 1811, el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa georgiana es depuesto y en su lugar se impone al Metropolita de la Iglesia Ortodoxa rusa. Para 1829 Georgia es convertida en una provincia más de Rusia, pierde su soberanía nacional e independencia estatal nacional. Sí las clases feudales y los monárquicos se entregan al ocupante, buscando acomodarse a la nueva situación del país, el pueblo llano georgiano, bajo la guía del Imán Samil, inicia la resistencia armada la que a de durar tres décadas. Derrotados finalmente, el pueblo georgiano no perderá jamás su aspiración ni abandonará su lucha en defensa de su identidad nacional.

Otras condiciones económicas e históricas y otras fuerzas sociales entran a la palestra: el proletariado levanta la bandera roja de la unidad de clase por encima de la nacionalidad.

Con el momentáneo debilitamiento del gobierno zarista a causa de la Guerra de Crimea, al iniciarse el decenio de 1860-1870 un viraje radical tiene lugar en Rusia, el paso del feudalismo al capitalismo. La abolición del régimen de la servidumbre, en 1861, signó dos acontecimientos objetivamente revolucionarios: (1) La afirmación del desarrollo capitalista, por la vía burocrática, y el viraje en la composición de clase de la sociedad rusa, en el campo y las ciudades. Este tipo de “liberación” de los campesinos hizo reinar el hambre y la miseria en las áreas rurales, y el engrosamiento de una población proletarizada en las ciudades. Ello favoreció la aparición del capitalismo industrial y llevó al surgimiento de una nueva clase trabajadora, la clase obra o proletaria. (2) El critico pasaje de una Monarquía feudal a una monarquía burguesa semifeudal.

Esos cambios dieron base objetiva a la oposición política y social a la Autocracia zarista. Destacándose en primer lugar, en esos momentos, el Movimiento populista (Narodniki y a su ala extrema Tierra y Libertad). Asimismo, arriban a la tierra del Imperio ruso las ideas socialistas de Marx y Engels, los efectos de la acción de la Primera Internacional (o Asociación Internacional de los Trabajadores) y los ecos de la “Comuna de París” (1871).

En 1893 Jorge Valentinovich Plejanov funda la primera organización socialdemocrática marxista rusa y desarrollo una activa y profusa labor de divulgación del Marxismo. Al poco tiempo, se le suma Vladimir Ilich Ulianov (Lenin) y juntos fundan la Unión de Lucha por la Emancipación de la clase obrera y el periódico Iskra (“La Chispa”). El 3 de marzo de 1898 se crea el Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia.

Cerrado este aparte necesario, retornemos al joven Soso allí donde le dejamos.

El 2 de septiembre de 1894 es alumno del Seminario ruso de Teología Ortodoxa de Tiflis. Situado en un tétrico edificio de tres plantas, regentado por los Jesuitas, los que imponían una fuerte regimentación, basada en el autoritarismo, la vigilancia parapolicial y en la represión física e intelectual.

En el mismo, un año antes del ingreso de Soso, ha estallado una fuerte contestación estudiantil frente al régimen imperante en dicho Colegio, la que ha sido duramente reprimida. Es cerrada por un mes y 80 estudiantes son expulsados (entre ellos fungiendo como uno de sus líderes Lado Ketskoveli, tres años mayor que Soso y amigo de infancia). Ella es pues, además de centro de revueltas estudiantiles, forja de militantes revolucionarios para los movimientos nacionalistas y marxistas.

El joven Djugashvili en ese entonces es un estudiante maduro, culturalmente bien preparado y con amplios deseos de conocimientos. Guiado por su amor a la Patria chica, estudia con pasión la historia y la cultura nacional de Georgia, a sus novelistas y libros de poesía, incluso llega a escribir algunas poesías, publicadas en la Revista “Iberia”.

Lee, en manifestación de su amplitud de pensamiento, a los grandes autores rusos (Pushkin, Gogol, Shejov, Lermontov, etc.). No leía los textos religiosos que le eran impuesto por la jerarquía escolar sino aquellos libros prohibidos: las obras de Galileo, Copérnico, Darwin, Víctor Hugo, Feuerbach, y, posteriormente, las de Marx, Engels, Plejanov, Lenin. Él mismo recontará más tarde, “Tenía quince años cuando me puse en relación con los grupos clandestinos marxistas rusos de la transcaucasia. Tales grupos ejercieron en mí una fuerte influencia y me infundieron el amor por la literatura revolucionaria”.

A fines de 1894 Soso participó en la constitución de un círculo clandestino del Instituto de orientación marxista y en la formación de grupos de estudio entre los estudiantes. Para 1897 es responsable de un círculo marxista a lo interno del Seminario. La propaganda del marxismo no podía no costarle la expulsión del Seminario, pero con todo había encontrado su senda. Esa senda que no abandonará jamás, ni siquiera ante las terribles y difíciles pruebas que se le pondrán por delante. Inmediatamente se acerca a la Organización marxista “Messame Dessi” (Tercer Grupo, en su traducción literal) que desarrollaba su actividad entre los trabajadores ferroviarios, de las tabacaleras y los excavadores. En esta Organización entra en lucha contra el oportunismo de su dirigente Zhordania, futuro menchevique, por el desarrollo del grupo socialdemócrata central de Tiflis y la defensa del espíritu revolucionario proletario del marxismo, iniciando una nueva vida de propagandista entre los círculos obreros de Tiflis y de organizador de reuniones, difusiones y huelgas. Este contacto con los obreros terminarán por forjar definitivamente el carácter y la personalidad de Soso, convirtiéndole en el revolucionario profesional KOBA, y de ahí en José Stalin.

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