La crisis del sistema capitalista de explotación ha llevado a centenares de miles de trabajadores de todo el mundo en estos últimos años a situaciones de miseria y precariedad que ponen de manifiesto la naturaleza explotadora y rapaz del sistema en que vivimos; en paralelo a la creciente crisis económica, las grandes potencias imperialistas han acentuado, si cabe, sus políticas agresivas e intervencionistas contra estados soberanos como Iraq, Afganistán, o más recientemente, Libia, Siria o Corea del Norte.
El capitalismo, tras el paréntesis histórico que se inaugura con la toma del poder por los trabajadores en la Rusia zarista en 1917 y concluye con la disolución de la Unión Soviética en 1991, ha liquidado para siempre su careta de rostro humano y, ya transformado en imperialismo, se encamina hacia el total dominio político, económico e ideológico del capitalismo periférico por todas las vías a su alcance, desde el bloqueo económico, pasando por formas blandas de dominación como la deuda externa y golpes suaves, hasta la ocupación bélica.
Junto al brutal asalto del capital a las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera asistimos igualmente en nuestros días a una creciente competencia interimperialista que, paso a paso, va deslizando al mundo, como ocurrió en dos ocasiones en el siglo XX, a un enfrentamiento global, a una gran guerra de redivisión.
En esas condiciones, hoy más que nunca se impone a los trabajadores de cada país encarar de frente a sus enemigos de clase y emprender una lucha decidida por el socialismo bajo las mismas banderas que ya los llevaron al poder en 1917. ¡No hay alternativa a este sistema criminal y explotador que no sea el socialismo como fase intermedia hacia el comunismo! Los trabajadores deben ser conscientes de que en sus manos, ¡y sólo en sus manos!, empuñando la bandera roja de la revolución, se encuentra la solución definitiva a los males que el capitalismo carga sobre sus espaldas, bajo la forma de hambre, enfermedad, falta de educación, de vivienda..., para que los parásitos de siempre sigan viviendo a costa de su trabajo.
La necesidad histórica del socialismo, tan evidente en nuestros días, en pleno derrumbe de capitalismo criminal, impone una lucha sin cuartel contra los cantos de sirena del capital, contra la aristocracia obrera, contra el sindicalismo reformista que sigue proclamando la insidiosa buenanueva de un capitalismo de rostro humano. Cuanto antes se libren los trabajadores de estos charlatanes al servicio de las sanguijuelas que les explotan, antes se abrirá ante ellos el camino del socialismo.
Además de las luchas obreras a nivel nacional, se impone asimismo una coordinación creciente de la clase obrera internacional. El imperialismo conduce a un nuevo y gigantesco enfrentamiento a escala mundial; en esas condiciones, sólo la unidad internacional de los trabajadores y la solidaridad con los pueblos agredidos y sus organizaciones revolucionarias puede quebrar los criminales designios del imperialismo.
Por todo ello, subrayamos la importancia del apoyo a los movimientos de resistencia de los pueblos y de las organizaciones comunistas contra la barbarie capitalista, frente a la explotación del hombre por el hombre, y a favor de la toma del poder por la clase trabajadora.
¡POR UN 1º DE MAYO REVOLUCIONARIO E INTERNACIONALISTA!
¡VIVA LA CLASE OBRERA EN LUCHA POR EL SOCIALISMO Y EL COMUNISMO!